domingo, 28 de abril de 2013

Capítulo 1


 Hay que saber diferenciar entre realidad y sueño.


Cada día se aprende algo nuevo, pero una vez dijo un gran filósofo que nunca llegas a saberlo todo.


       Miré mi ventana, la lluvia caía y aunque fueran las siete de la tarde el cielo estaba oscuro y el agua fluía por doquier, vi mi reflejo en el cristal observé como mis ojos marrones se hacían cada vez más tristes y mi cabello moreno rizado me caía por los hombros y entonces miré más allá, en la calle.
Había unos chicos entrando al jardín e iban encapuchados.
Me levanté del poyete y bajé apresurada las escaleras de granito con la barandilla de madera, iban en forma de caracol lo que me dificultaba correr escaleras abajo.
-¡Mamá! ¡Papá!-grité cuando ya llegué a la puerta de la casa la cual estaba abierta.
En diecisiete  años nunca se habían colado en casa, me asomé al salón y vi a los chicos armados a punta de pistola apuntando a mi padre.
-La caja fuerte.-dijo uno de los chicos, era robusto y alto, el acento claramente no era español.
Sentí como me empujaban hacia adelante y me sujetaban de la cintura mientras me rozaban con una navaja el cuello.
-Mirar lo que he encontrado, chicos.-oí que decía el chico que me tenía cogida.-Como intentes escapar o gritar te rebano el cuello.
-Sería una pena.-dije con desdén. Me dio la vuelta y me miró a los ojos, eran oscuros y rasgados, llevaba un pasamontañas. Entonces descifré su acento el cual parecía sur americano… ¿Se habían colado en mi casa un grupo de latinos?
Recopilemos lo últimos hechos, mi mejor amiga se enrolló con mi novio, dejé a mi novio y ahora se colaban en mi casa un grupo de latinos a robar a mi padre. ¿Pero qué le pasaba a la gente?
Y bueno, vale que parezca que nos sobra, en lo cual no estoy muy al tanto, la verdad. Y aunque en mi familia nos gusta ayudar todos sabemos que estos chicos no utilizarían el dinero para nada bueno, a lo mejor lo gastaban en drogas o en armas o en algo por el estilo.

-A mí no me vengas con chulerías.-me dijo el chico.
-Eso no te atreves a decirlo sin la navaja en la mano.-dije con un tono aún más de chica chula.
-Natalia relájate.-oí que me decía mi padre, yo le sonreí al chico y él soltó la navaja.
-A mí no me vengas con chulerías.-dijo haciéndose el listillo, todos sus amigos empezaron a reírse y yo me reí con ellos.
-Eres lo más gracioso que me ha pasado en días.-dije con una sonrisa forzada.
El chico acercó su cara a la mía y sus labios casi rozaban los míos.
-¿Te crees que vives en una bola de cristal y que nadie te puede hacer daño?
-¿Te crees que por qué tengas una navaja y tus amigos estén armados en mi casa tienes poder sobre mí? ¿Eres tonto? Tienes problemas, enserio.
-Tú también tienes problemas.-me dijo.
Sus ojos, sus ojos eran como… no sé como explicarlo pero sentía que podía meterme en ellos y me sentía tranquila en aquel mar de peligro, si, parece una locura, pero su mirada era intensa, y sentía que mi corazón se aceleraba como si estuviera en una importante maratón, podía quedarme todo el tiempo del mundo mirando aquellos ojos.
-Ya, pero los tuyos son mentales.-sentí como me apretaba el brazo mientras me sonreía.- ¡Aaahh!-grité con intensidad, me hacía daño y sentía como me cortaba la circulación.
-¿Sigues creyendo qué no tengo poder sobre ti?-me preguntó.
-El poder es moral no físico.-me apretó aún más.- ¡Aaahh!
Le miré fijamente a los ojos, podía sentir como su sonrisa era forzada, como él no quería estar aquí, lo sentí, sentí su soledad, sentí su tristeza y su inseguridad. Sacudí la cabeza dejando atrás todo lo que acababa de ver.
Me sentí completamente cansada.
-Sujétame.-le dije al chico que me estaba apretando, la presión paró y sentí como mis piernas se flexionaban, no me podía mantener en pie, él me cogió en brazos y me tumbó en el sofá.
-¡Natalia!-oí que gritaba mi padre.- ¡Necesita el aerosol!
Sentí como me empezaba a ahogar, sentí los labios del chico sobre los míos y comenzó a hacerme el bocaboca, empecé a sentir que algo de aire entraba en mis pulmones, mi padre se acercó por detrás del chico y mientras que lo apartaba de un empujón me dio el aerosol, luego se encargó de que todos los chicos se fueran.
Me costó cinco minutos más o menos lograr estabilizarme, me levanté del sofá y sentí como me golpeaban con algo la cabeza.

2 comentarios:

  1. muy de acuerdo con ese filósofo.

    la verdad es que muy valiente Natalia.. no mucha gente podría enfrentar a alguien armado..

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  2. Me gusta, es una historia bastante particular. Mirá qué enamorarse de alguien que te está robando... pero sí que es una chica valiente, esta Natalia, capaz de enfrentarse a gente armada en una situación así. A la vez, supongo que los ladrones tampoco eran gente "mala", digamos, porque de haberlo sido, los hubiesen matado y punto. Vaya uno a saber las razones...

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