viernes, 21 de junio de 2013

Capítulo 7. (Parte 2)



Dulce. 

Salí de casa y me senté en el columpio en el que había conocido a Natalia, y empecé a llorar por distintos motivos que la última vez y sin nadie que me dijera que me escucharía, como siempre.
Estaba sola, nadie sabía lo que pasaba realmente, nadie sabía lo que sentía, nadie sabía si quiera que tuviera esa capacidad.
¿De qué me servían mis ojos verdes cuándo nadie se fijaba en ellos? ¿De qué me servía nada si nadie se fijaba?
Me levanté del columpio y me volví a sentar.



Y recordé aquella noche.
-Hola -le dije al chico ruso.
-Hola preciosa -dijo con un acento marcado.
Me cogió del brazo y nos dirigimos a la habitación del hotel.
Hasta ahí no me podía quejar, no parábamos de hablar y de gastarnos bromas y a veces cantábamos al son de la radio y el chófer ponía las canciones aún más altas.
-No eres cómo dicen.
-¿Cómo dicen que soy?-pregunté.
-Todo lo contrario a lo que eres-dijo sonriente.

Natalia.

-Vamos a hacer una cosa -le dije a Lucas -yo invito y tú pagas. ¿qué te parece? Me miró fijamente, estaba sentado en la silla de en frente, cogió la servilleta del restaurante y empezó a darle vueltas.

-Me parece bien.

-¿Qué quieren tomar?-preguntó el camarero.

-Una coca-cola.

-Que sean dos. ¿nos puede traer la carta?

Dulce.

-Cuando ya entro en la habitación quiero ir al grano y después de haber pagado todo lo que he pagado.

-¿Ha pagado? - inquirí.

-Si, tu hermano me insistió en que necesitaba el dinero y que tenía una hermana dispuesta.

No daba crédito a lo que mis oídos oían.

-Disculpe -dije girando la picaporte de la puerta.

-¿Dónde te crees qué vas?

-A mi casa.

-He pagado mucho, jovencita.

Ahí empezó mi pesadilla.

Me cogió de los brazos y yo comencé a gritar, él me cogió en brazos y me echó sobre la cama.

-¡Suéltame! ¡Por favor!- siguió presionándome los brazos y me abrió las piernas con brusquedad, a partir de ahí todo se nos fue a ambos de las manos.

Recuerdo como gritaba y me zarandeaba para evadirme de él, recuerdo como sus puños chocaban contra mi piel, me acuerdo de que aquella noche todo el respeto que le había tenido a mi hermano se había fugado.

Recuerdo el dolor y cómo le pedí que parara pero no cedió, recuerdo aquella noche cada vez que me miro al espejo, cada vez que mi hermano me manda ir por alguien, recuerdo aquella noche y es cómo si me quemaran a fuego lento cada vez que me miro atrás en el tiempo.

Natalia.

-¡Corre!-gritó Lucas mientras me cogía del brazo.

Habíamos comido con tranquilidad y nos habíamos hinchado. ¿para qué? Para hacer lo que él llamaba una simpa. ( sin pagar)

Vi como uno de los camareros nos seguía y nosotros nos montamos en el descapotable.



Pasamos por el parque y allí estaba la melena pelirroja.

Paré en seco y nuestros cuerpos casi salen por el cristal delantero, menos mal que llevábamos los cinturones puestos.

Aparqué y me salí del coche.

-¿Por qué has…?- no terminó la frase y se calló en cuanto vio a dulce en el columpio.

Me giré y me quedé mirándolo con una media sonrisa.

-Adiós -susurró mientras se iba a paso ligero y se perdía entre los callejones.

Me acerqué a dulce.

-¿Qué te pasa?-le pregunté.

Ella me miró fijamente, se levantó del columpio y me abrazó con fuerza.

-Todo se puede tornar borroso, pero siempre habrá algo que sepa guiarte y hacerte sonreír -dije.

-Todo es más complejo de lo que te puedes imaginar -dijo recostando su cabeza en mi hombro.

-Explícamelo, entonces.

-No puedo hacerlo.

-Pero… ¿Quieres?-pregunté.

-Lo necesito…

1 comentario:

  1. Me alegra que Dulce tenga a Natalia y viceversa... pobre Dulce, y pobre Natalia. Me gustaría que se le pudiese pegar un golpe a cada uno y que ellas se fueran a otro lugar, uno donde nadie las maltrate.
    Lo que me gusta de tu historia es que trata un tema fuera de lo común, y me tiene con intriga.
    Espero leerte otra vez pronto :).

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