sábado, 22 de junio de 2013

Capítulo 7 (Parte 3)



Dulce.

Nada de lo que me pasaba se lo podía contar a nadie, y menos a ella. Algo le iba a pasar, pero no sabía con seguridad el qué.
Puede que ella lo supiera porque yo se lo notaba en su mirada, pero no podía ayudarla.
Todo era demasiado complejo y a la vez simple. Podía ir a la policía y denunciar a mi “familia” pero sabía que no podía, porque la justicia era una mierda y los dejarían en libertad y en cuanto salieran de la cárcel irían a por mí sin ningún miramiento y eso ya me lo había demostrado.
Como siempre Natalia tan inocente me preguntó:
- ¿Con qué tiene que ver lo que te pasa?
-Con la vida -contesté sin despegar mi cabeza de su hombro.
-Puede que creas que las personas en las que confías te han mentido y que a los que de verdad les importas se hayan ido. Puede que veas que todo a tu alrededor es mentira o que todo el mundo quiere algo de ti. Puede que pienses que nada de lo que te rodea es realmente para ti, pero habrá alguien que te valore y te enseñe a valorarte. Porque ese es tu problema, que no sabes lo que realmente vales -lo dijo tan segura que casi me lo creí, pero aquella noche volvió a mi mente.
-Realmente… no le importo a nadie -aseguré.
-A mí sí me importas -dijo triste.
-Pues no debería y si me dejas que te de un consejo, -dije mientras le miraba fijamente -no te acerques a mi gente, quieren algo de ti, nunca habían admitido a alguien que no fuera latino, así que es raro, muy raro. Por favor, prométeme que no confiarás en nadie ciegamente y no harás nada que realmente tú no desees hacer.-hubo un pequeño silencio-Prométemelo.
-Te lo prometo -dijo agachando la cabeza.
Y me fui dejándola allí. ¿A dónde me dirigía? Ni si quiera yo lo sabía…

Natalia.

No debo confiar en nadie, y no hacer nada que realmente deseé.
Esta chica es la única que me ha demostrado lo que sabe y no se lo ha pensado dos veces antes de hacerlo.
Pero algo no iba bien, sentía que Dulce había intentado que esto pareciera que era una despedida y si ella se iba. ¿Quién me quedaría?
Me senté en el columpio y empecé a balancearme, recordando aquella noche que al principio parecía que era como otra cualquiera.

-Déjame balancearte -me dijo raúl, mi mejor amigo.
-¿Y por qué no te montas en el columpio?
-Porque estoy muy gordo -me quedé mirando sus ojos verdes fijamente y sacudí la cabeza.
-Eres tonto, enserio -dije con una sonrisa.
Y él empezó a balancearme en el columpio.

Dulce.

 Solo hay una cosa que si haces no se puede volver atrás para cambiarla.




 Natalia.

Paró el columpio con sus brazos y me cogió de la cintura. Empezó a besarme en el cuello.
-Raúl, -dije, - eres mi amigo, nada más -pero sus labios siguieron y sus brazos me asfixiaban - ¡suéltame!
-No grites -dijo mientras me tiraba al suelo.
Me sujetó los brazos y yo mientras me sentía afligida y herida, aparte de la cantidad de golpes que me estaba asestando.
Vi como la cabeza de Raúl se desequilibraba hacia un lado.
-¿Estás bien?-me preguntó un chico al que yo no conocía y me tendió la mano para ayudarme a ponerme en pie -Me llamo David.
El chico empezó a pegar a Raúl.
-Como yo te vea cerca de ella, no respondo ante mis actos -fue lo único que dijo el chico al que acababa de conocer.
-Gracias -dije con una media sonrisa.
-¿Te llevo a casa?
-Te lo agradecería.

1 comentario:

  1. ¡No, Dulce! Por favor, que no muera... Es una buena chica, y estoy segura de que si siguiese siendo amiga de Natalia, ambas podrían ayudarse, y mucho...
    ¡David! Qué lindo que es, y se tuvo que ir... ¿por qué? No quiero que Nat esté sola...

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